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La gastroenteritis es una infección que cursa con diarrea (aumento del número de deposiciones y/o heces más blandas ó líquidas). Puede acompañarse de vómitos, fiebre y/o dolor abdominal.
La mayoría de las gastroenteritis son provocadas por virus, por lo que los antibióticos (medicamentos dirigidos frente a las bacterias) no son efectivos e incluso pueden empeorar el cuadro. Estos síntomas (vómitos, diarrea, etc) pueden estar provocados también por las intoxicaciones alimentarias o algunos medicamentos.
En pediatría no se utilizan de rutina medicamentos antidiarreicos ni para tratar los vómitos.
– Dieta habitual, fraccionada (dar pequeñas cantidades y más frecuentes) y sin forzar. Algunas sugerencias: sopa de fideos con pollo, arroz, puré de patatas, pan, galletas, cereales, yogur, plátano, manzana.
– Evitar exceso de grasas y azúcares. Evitar, por tanto, salsas, grasas, fritos, especias, bebidas gaseosas, zumos industriales y chucherías.
– Ofrecer pequeñas cantidades de agua o soluciones de rehidratación oral pediátricas entre las tomas y tras cada deposición abundante para mantener un óptimo estado de hidratación.
– Si el niño vomita, espere una hora desde el último vómito y ofrezca tras ello pequeñas cantidades de suero oral despacio (inicialmente 1 cucharada cada 5 minutos, y posteriormente ir aumentando la cantidad progresivamente según lo vaya tolerando).
– Si el niño está con lactancia materna debe continuar con ella aumentando el número de tomas.
– Los biberones de leche hay que hacerlos con el número de cacitos habitual, sin diluirlos ni concentrarlos de forma distinta.
– Si fiebre (temperatura > 38ºC), malestar o dolor abdominal, puede administrar paracetamol (100 mg/ml): … mL cada 6 horas vía oral. En estos cuadros no se recomienda administrar ibuprofeno.
– El niño vomita mucho, no tolera sólidos, ni líquidos o vomita con frecuencia aunque no tome nada.
– Los vómitos son verdosos, contienen sangre o parecen posos de café o presenta deposiciones negras.
– El niño está adormilado, decaído, tiene mucha sed, llora sin lágrimas, orina poco o tiene los ojos hundidos.
– Las deposiciones son muy líquidas, abundantes y frecuentes de tal manera que el niño no es capaz de reponer el líquido que pierde por las heces.
– Tiene fiebre elevada persistente.
– Presenta dolor abdominal intenso que no se alivia con paracetamol.
Seguimiento por su pediatra de Atención Primaria.