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Los fármacos que se usan para tratar el dolor se llaman analgésicos y algunos de ellos sirven también para tratar la fiebre.
POR FAVOR, SIEMPRE QUE SU HIJO TENGA DOLOR ADMINISTRE UN ANALGÉSICO EN DOMICILIO, INCLUSO AUNQUE VAYAN A VENIR A URGENCIAS. El uso de un analgésico no suele interferir en el proceso diagnóstico y no enmascara ninguna enfermedad. De hecho, la respuesta a los analgésicos (o la falta de ella) puede ayudar en el proceso diagnóstico.
La dosis a utilizar suele coincidir con la administrada para disminuir la temperatura en caso de fiebre. El efecto no es inmediato: suelen tardar alrededor de 20 o 30 minutos en comenzar a hacer efecto y alcanzan su máxima eficacia 1-2 horas después; por lo que hay que darle un mínimo de tiempo.
Los analgésicos son fármacos seguros, pero pueden producir efectos secundarios no deseados. La mejor forma de evitar la aparición de estos es seguir las indicaciones facilitadas en cuanto a cantidad a administrar e intervalo entre dosis. Es posible que le recomienden alternar 2 fármacos analgésicos en algunas situaciones concretas para lograr un mejor control del dolor.
El paracetamol a dosis habituales es el fármaco más seguro. El ibuprofeno puede provocar molestias en el estómago, náuseas o vómitos; por lo que en niños con vómitos o dolor abdominal se prefiere el uso de paracetamol.
Seguimiento por su pediatra de atención primaria.
Si con la medicación recomendada no es posible lograr el control del dolor o éste vuelve en cuanto se pasa el efecto del calmante, conviene consultar a su Pediatra que, además de intentar averiguar la causa, valorará si el niño necesita un calmante diferente o a distinta dosis.