El 95% de los pacientes con esta enfermedad se curan con los fármacos de última generación
El 95% de los pacientes con hepatitis C se curan tras el tratamiento con antivirales de acción directa. Un estudio reciente, liderado por los doctores Javier Ampuero y Manuel Romero del Hospital Universitario Virgen del Rocío, ha analizado la tasa de curación en casi dos mil pacientes con hepatitis C de la geografía nacional (la mitad de ellos andaluces).
Además, y para identificar el pronóstico de estos pacientes de forma objetiva, han desarrollado una herramienta (índice HepCom) basada en parámetros analíticos de función hepática, la edad y el número de comorbilidades. De este modo, utilizar el índice HepCom permite maximizar los resultados en salud derivados del tratamiento antiviral para la hepatitis C.
De los pacientes no curados, el 66% lo hicieron principalmente por tener terapias no óptimas para las características de la infección (genotipo 3) y grado de afectación hepática (presencia de cirrosis) de los pacientes. La llegada de la última generación de antivirales (fármacos pangenotípicos), podría solucionar el tratamiento de este grupo de pacientes.
El otro tercio de pacientes no curados se debió a que no terminaron el tratamiento antiviral debido al fallecimiento o abandono de la terapia por la presencia de comorbilidades.
La llegada de los nuevos antivirales de acción directa, las tasas de curación de pacientes con hepatitis C ha pasado del 50% al 95% en la mayoría de los escenarios. Todo ello, acompañado de una reducción drástica de los eventos adversos asociados a la terapia. Además, aquellos pacientes que no son capaces de curarse tienen fármacos de rescate que permiten curarles en prácticamente todos los casos. “Por ello, podemos decir que actualmente la curación de los pacientes con hepatitis C es casi universal si la adherencia al tratamiento es la adecuada”, explica Manuel Romero, especialista en Aparato Digestivo del Hospital Universitario Virgen del Rocío.
Existen, no obstante, otros factores a tener en cuenta para maximizar los resultados en salud derivados del tratamiento para la hepatitis C, como es el caso de las comorbilidades y de la selección adecuada del tratamiento en función de las características del paciente.