La Unidad de Gestión Clínica de Oftalmología, que dirige Carmen Vázquez, resuelve actualmente las cataratas con una de las técnicas quirúrgicas más vanguardistas que se ha desarrollado hasta el momento en este campo. Se trata de facoemulsificación microaxial, una microcirugía de máxima precisión que permite, a través de una diminuta incisión de 2.2 milímetros, deshacer y aspirar el cristalino (proceso de facoemulsificación) para, a continuación, introducir la lente intraocular que devuelve la visión al paciente operado. Serán más de 3.500 pacientes los que podrán beneficiarse anualmente de esta técnica que ha demostrado minimizar las posibles complicaciones postquirúrgicas.
La microincisión reduce los procesos inflamatorios naturales en cualquier proceso quirúrgico, al minimizarse la agresión sobre el ojo, acelerando la recuperación visual del paciente; por otro lado disminuye el riesgo de padecer algún tipo de infección derivada de la cirugía, como la endoftalmitis; y, por último, también decrecen las posibilidades de inducir un astigmatismo, en cuanto el daño sobre la córnea es menor y afecta menos a la función de enfocado de la misma, explica Juan Ramón Del Trigo, oftalmólogo del Hospital Universitario Virgen del Rocío.
Los continuos avances tecnológicos experimentados en la cirugía oftalmológica hacen posible que la incisión en cataratas haya decrecido en cinco milímetros en los últimos veinte años. Se ha pasado de los siete milímetros de los comienzos a los apenas dos milímetros que permite la facoemulsificación microaxial incorporada por el equipo sevillano, quien ha recibido formación quirúrgica específica para poder aplicar esta técnica.
Supone una incorporación muy importante, si tenemos en cuenta el gran número de pacientes que atendemos por catarata, una patología que puede aparecer a cualquier edad, pero que es mucho más frecuente a medida que vamos haciéndonos mayores, añade el doctor Del Trigo. La cirugía es el único tratamiento para los pacientes que padecen este problema oftalmológico, que provoca la pérdida de la transparencia del cristalino, haciéndolo más opaco e impidiendo el enfoque correcto de las imágenes en la retina, con la consiguiente pérdida de la visión.