El Hospital Infantil del Virgen del Rocío ha puesto en marcha una unidad de Exploración Funcional Cardio Respiratoria Infantil que valora cómo responden los niños y adolescentes a la actividad física mediante pruebas de esfuerzo controladas por especialistas médicos y de enfermería.
Los pacientes con cardiopatías congénitas (malformaciones cardiacas que se desarrollan durante la vida fetal y que actualmente se reparan o palian mayoritariamente en edad pediátrica) han sido los primeros en pasar por esta unidad, que será coordinada por la Dra. Begoña Manso, perteneciente a la sección de Cardiología Pediátrica dirigida por el Dr. Israel Valverde. No obstante, y dado que se integra en la unidad de Pediatría, también se beneficiarán de ella otros menores con limitación en su capacidad funcional (pacientes oncológicos, con problemas respiratorios, etc.) de la Unidad de Pediatría, dirigida por la Dra. Catalina Márquez.
En la práctica clínica, la realización de pruebas de esfuerzo cardiopulmonar se ha convertido en una herramienta fundamental para estudiar la respuesta fisiológica integrada de varios sistemas: el cardiovascular, respiratorio, hematológico, metabólico y el músculo esquelético. Es una técnica no invasiva y dinámica (estudia dichos sistemas en reposo y a distintas intensidades de ejercicio), que puede poner de manifiesto alteraciones de cualquiera de los sistemas implicados que expliquen su intolerancia al esfuerzo. Los resultados de estas pruebas tienen por tanto valor diagnóstico, pronóstico, pueden orientar estrategias terapéuticas y pueden evaluarlas posteriormente.
Sus indicaciones en Pediatría están creciendo exponencialmente, hasta el punto de que es en la actualidad una prueba de interés para cualquier especialista que necesite indagar y mejorar la capacidad funcional de sus pacientes, y por tanto su calidad de vida. Y es que actualmente se conocen los importantes beneficios que conlleva el ejercicio físico controlado, para la población general, y especialmente para personas con patología cardiaca.
A pesar de ello, y de los excelentes resultados médicos y quirúrgicos que han mejorado la supervivencia en pacientes pediátricos con cardiopatías congénitas, el sedentarismo sigue siendo frecuente entre estos niños, ya que se encuentran estigmatizados por ser considerados demasiado frágiles como para soportar determinada actividad física.
Es más, existen muchos estudios que demuestran los beneficios de los programas de reentrenamiento físico (conocido como rehabilitación cardiaca) en población adulta, pero son pocos los realizados en población pediátrica por la escasa disponibilidad de pruebas de esfuerzo cardio pulmonar, y por los escasos valores de referencia pediátricos hasta la fecha. Por todo ello, estos niños son con frecuencia excluidos de la actividad deportiva, excursiones escolares e incluso por sus propios iguales.
La práctica de actividad física controlada, sin embargo, ha demostrado beneficios físicos y un impacto significativamente positivo en la autoestima del menor, al comprobar sus avances desde el punto de vista físico; la mejora de las habilidades sociales, al tener mayores oportunidades de relacionarse con otros chicos; además de favorecer el desarrollo de las capacidades perceptivas y motoras, que influyen de una manera importante en el rendimiento académico y en el desarrollo de sus capacidades cognitivas.
Una donación de la Asociación Corazón y Vida y la Fundación Carrefour
El espiroergómetro adaptado específicamente a la edad pediátrica, que es el equipo de esfuerzo en el que los pediatras realizan estas pruebas de esfuerzo, ha sido donado por la asociación de pacientes ‘Corazón y Vida’ y la ‘Fundación Carrefour’. Además, en su puesta en funcionamiento ha intervenido el servicio de Electromedicina del hospital sevillano dirigido por D. José Domingo Sanmartín Sierra, quien ha incorporado también un tensiómetro para completar los test que aquí se realizan.
Las indicaciones de estas pruebas incluyen a pacientes complejos, quienes requerirán de esta evaluación de forma preferente-urgente para apoyar la toma de decisiones médico-quirúrgicas. Y otros más estables, para que en su historia clínica figure la valoración basal de su capacidad aeróbica y evaluar a lo largo de los años cómo esta capacidad funcional cambia y justifica determinadas intervenciones.
Además, los pacientes más estables sabrán una vez finalizan la prueba de esfuerzo hasta qué grado de intensidad es seguro realizar ejercicio, y en qué márgenes (concretos e individualizados) de intensidad deportiva pueden moverse.