Un problema de salud
La cantidad de hierro que hay en una persona oscila entre los 3 y los 4 gramos, es decir, algo más de un grano de arroz. A pesar de ello, el hierro es un elemento esencial para el correcto funcionamiento del organismo. La mayor parte se encuentra formando parte de la sangre, en los glóbulos rojos, y por ello la principal consecuencia del déficit de hierro es la anemia.
La anemia por déficit de hierro, también llamada “ferropénica”, constituye uno de los principales problemas de salud de la humanidad. En España, según el estudio Global Burden of Diseases 2021, publicado en septiembre de 2023, la anemia afectaba ese año al 6% de la población y el déficit de hierro era la causa principal tanto en hombres como en mujeres. Sin embargo, la anemia constituye el último estadio del déficit de hierro, y unos niveles bajos también se han asociado a manifestaciones clínicas aún en ausencia de anemia.
Causas del déficit de hierro
No existe ningún mecanismo por el que el cuerpo elimine de forma activa el hierro, sino que en su lugar se regula estrechamente su absorción en el intestino. Por ello, el déficit de hierro en nuestro medio está estrechamente ligado a la hemorragia, aunque la dieta y la malabsorción pueden ser factores contribuyentes.
Debido a que la menstruación implica una pérdida recurrente de sangre, la anemia ferropénica constituye un problema de salud particularmente frecuente en las mujeres que menstrúan, sobre todo en quienes presentan un sangrado menstrual abundante. Muchas mujeres con anemia crónica por déficit de hierro debido a sangrado menstrual abundante presentan trastornos de la coagulación de la sangre, sobre todo enfermedad de von Willebrand. En la consulta de Eritropatología propiciamos una atención integral a estas mujeres, evaluando el riesgo de que presenten una coagulopatía y abordándolo en estrecha relación con nuestros expertos de la Unidad de Coagulopatías Congénitas.
En mujeres a partir de la menopausia y en hombres, la causa más frecuente es el sangrado digestivo, que puede deberse a lesiones cancerígenas o de otro tipo, como angiodisplasia o úlceras, y por ello desde la consulta de Eritropatología motivamos un estudio endoscópico. A veces el sangrado digestivo puede estar favorecido por tratamiento anticoagulante o antiagregante, y estos casos son valorados conjuntamente con nuestros compañeros de la sección de Trombosis y Hemostasia.
La enfermedad celíaca, las enfermedades inflamatorias intestinales, la gastritis, algunas infecciones, o la introducción precoz de la leche de vaca en niños son otras causas. Un aporte insuficiente con la dieta (vegetarianismo) y algunos fármacos (antiácidos –“protectores de estómago”–) o alimentos (el té) favorecen el déficit de hierro. La IRIDA (Iron-refractory iron deficiency anemia) es una rara enfermedad congénita que cursa con anemia ferropénica.
Manifestaciones clínicas
– De la anemia en sí:
Astenia (cansancio), palidez, disnea (sensación de falta de aire), acúfenos (pitidos en los oídos), cefalea (dolor de cabeza), sensación de inestabilidad cefálica (mareos), palpitaciones…
– Del déficit de hierro:
Pica: Compulsión por comer productos no alimenticios; el hielo es el más frecuente, y entonces se habla de pagofagia.
Síndrome de piernas inquietas: sensación desagradable de necesidad de mover las piernas durante periodos de inactividad.
Trastornos trófico-epiteliales: coiloniquia (uñas cóncavas, como en cuchara), caída del cabello, estomatitis angular (rágades o boqueras), glositis atrófica (inflamación de la lengua) con pérdida de las papilas gustativas.
Alteraciones cognitivas y del comportamiento (dificultad de aprendizaje, de concentración, depresión…).
– De la causa de la ferropenia:
Sangrado de origen variable; pérdida de peso y del apetito, alteración del hábito deposicional, en el caso de cáncer digestivo…
¿Cómo se diagnostica?
La ferritina es el parámetro de las analíticas que tiene un mayor valor para el diagnóstico del déficit de hierro, y generalmente se acepta que una ferritina inferior a 30 ng/ml traduce un déficit, aunque un valor inferior a 50 en ausencia de anemia se ha asociado también a fatiga crónica, por lo que algunos expertos recomiendan tratamiento si no se alcanza este dintel. Sin embargo, la ferritina aumenta siempre que en el organismo existe inflamación, lo cual limita su valor diagnóstico en estas situaciones, en las que el diagnóstico debe apoyarse en mayor medida en otros parámetros y puede llegar a ser difícil.
¿Cómo se trata?
Una vez que existe anemia ferropénica, el tratamiento de elección es con hierro en forma de fármacos. La dieta o los complementos alimenticios son útiles para su prevención, pero son insuficientes para el tratamiento.
Inicialmente el tratamiento consiste en comprimidos de hierro-II (hierro ferroso), uno al día o uno a días alternos. Tomarlo a primera hora de la mañana, en ayunas y con zumo de naranja, favorece la absorción. Hoy día se desaconseja tomar dos o más comprimidos al día ya que, al contrario de lo que pueda parecer, la absorción es menor y aumenta el riesgo de que aparezcan efectos adversos digestivos. La intolerancia digestiva (estreñimiento, diarrea, dolor abdominal, náuseas, hinchazón) es frecuente con los comprimidos de hierro. Algunas pautas que pueden ayudar a mejorar la tolerancia son:
– Tomar laxantes si estreñimiento
– Tomarlo justo antes de dormir
– Cambiar a otro tipo de hierro
– Tomarlo con la comida (evitar que sea con lácteos o café)
Los comprimidos de hierro interaccionan con otros medicamentos reduciendo la absorción de estos. Entre los más frecuentes se encuentra la levotiroxina (problemas de tiroides), de la que el hierro debe separarse lo máximo posible, y los antiácidos (-“protectores de estómago”-), que se recomienda tomar al menos una hora después del hierro.
Los comprimidos de hierro hacen que las heces adquieran una coloración negruzca.
En ocasiones, el tratamiento con hierro oral no es suficiente para cubrir las necesidades, y se requiere tratamiento con hierro endovenoso, que permite administrar de una sola vez una dosis elevada. En la UGC de Hematología, este tratamiento se administra en el Hospital de Día por parte de nuestras enfermeras, que tienen una amplia experiencia en su administración.
Una vez corregida la anemia ferropénica, muchas mujeres requerirán de una pauta de mantenimiento con hierro oral (por ejemplo, 7-10 días cada mes) o con hierro endovenoso hasta la menopausia. Esta pauta también puede ser necesaria en otros pacientes, por ejemplo, que presenten un sangrado digestivo crónico que no pueda ser resuelto.
¿Qué puedo hacer para prevenir la falta de hierro?
Aunque las lentejas tienen la fama de aportar mucho hierro, lo cierto es que el hierro procedente de alimentos de origen animal (“hierro heme”) es el que presenta una mayor absorción. Entre los alimentos que aportan mayor cantidad de hierro se encuentran: almejas, berberechos, hígado, ostras, morcilla, patés, mejillones o sardinas. Un exceso de estos alimentos puede acarrear consecuencias negativas para la salud, por lo que se recomienda seguir una dieta mediterránea equilibrada.
En las mujeres con menstruación, unas guías de 2024 de la Asociación Europea de Hematología sobre anemia ferropénica recomiendan realizar un estudio preventivo (de cribado), que podría ser beneficioso al menos una vez al año, sobre todo en mujeres que planeen embarazo (aumento de las necesidades) o que tengan un sangrado menstrual abundante, que sean vegetarianas, o que presenten enfermedades que aumenten el riesgo.
Si experimentas algunos de las manifestaciones clínicas asociadas a déficit de hierro, se desaconseja tomar complementos alimenticios, sino que debe consultarse con el médico.